Como ya les había contado antes, estoy maravillada con poder hacer caligrafías sobre papel negro, a eso sumemosle que me gustan mucho los lápices metalizados. Dentro de la enorme variedad de lápices (y otros materiales) que podemos encontrar en el comercio, se encuentran los brushpens Kuretake Fudebiyori. Apenas los vi me cerraron un ojito *wink* y me rogaron que me los llevara a la casa. Como soy mujer de alma noble, acepté.

En el mercado local no hay tanta variedad de brushpens en colores metalizados (he visto unos marca Faber Castell -que tienen la punta más pequeña que los Fudebiyori- y una marca desconocida que se vende por Aliexpress), la mayoría de los lápices metalizados son rotuladores de punta redonda o biselada. A decir verdad me resulta mucho más llamativo caligrafiar con lápices punta pincel, así que estos Japonesitos me vinieron como anillo al dedo.

La punta de los Fudebiyori es de fieltro, bastante flexible, suave y de un tamaño medio, adecuado para escribir de manera fluida y precisa. La cobertura del color es sólida, aunque no del todo pareja, o sea, a medida que avanzamos con un trazo el color va cambiando desde potente a más suave y menos cubritivo. La tinta es a base de agua y bota la cantidad adecuada para que el trazo se deslice maravillosamente sobre el papel, de poco o mucho gramaje, sin traspasar hacia el otro lado.

Lo que más me gusta es que están disponibles en colores muy bonitos y elegantes, siendo mis favoritos el rosa y el azul, sobre todo en papel negro. El color gris/plateado me decepcionó un poco cuando se utiliza en papel blanco, porque la terminación es demasiado parecida a un brushpen negro común y corriente, y en general también me decepcioné un poco del brillo, porque resultan más opacos de lo que esperaba. Aunque de todas maneras pasan a estar dentro de mis lápices favoritos.